NUESTRO REPORTAJE PARTICULAR
Cornelia I. Toelgyes
1 de diciembre de 2013
Josè Edoardo dos Santos nace en 1942 en un barrio pobre de Luanda (Angola). Él sabe lo que significa la represión: se matricula siendo muy joven en el MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola) y en 1956 el gobierno colonial lo obliga a exiliarse. Primero en Francia, después en el Congo, y finalmente se traslada a Rusia, donde termina sus estudios como ingeniero. Vuelve en su país en 1970 y, después de la independencia de Portugal, en 1975 se convierte en ministro de Relaciones Exteriores. En 1979, tras la muerte de Agostinho Neto, es elegido como presidente, cargo que sigue ocupando hoy día.
Conozco Angola. He vivido en Luanda a finales de los años 80. Todo el país se hallaba destrozado por una larga e inútil guerra civil. En cada esquina veías adultos y niños con miembros amputados por las minas terrestres, esparcidas por todas partes. El Kwanza (moneda local) no tenía ningún valor (o casi). Se utilizaba el trueque: latas de coca cola, sprite, cerveza a cambio de otras cosas. ¡Pensad en las litografías de Andy Warhol! Los suburbios de Luanda eran su borrador: inmensas montañas de latas en todas partes.
Dos Santos había hecho muchas promesas a su pueblo. Claro, le habían creído; él era uno de ellos, había sufrido con ellos durante el período colonial, había luchado por la libertad, palabra prácticamente desconocida en la Angola de hoy.
Hace unos diez días, la policía dispersó a manifestantes con gases lacrimógenos y balas de advertencia disparadas al aire, un portavoz del cuerpo policial se justificó explicando que no se había emitido ninguna autorización para manifestar. La manifestación había sido convocada porque se exigían explicaciones acerca de la desaparición y/o asesinato de dos personas, miembros de la oposición, en mayo de 2012.
CASA-CE, Convergencia Amplia para la Salvación de Angola, el segundo partido de la oposición, declaró que hace unos días uno de sus miembros habría sido asesinado por la guardia presidencial y otra docena de militantes habrían sido detenidos.
Dos Santos se justifica afirmando que los diversos grupos de la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, el viejo partido de oposición armada con el que se llegó a un acuerdo hace poco más de diez años) tratarían de crear el caos en el país.
Me pregunto, entonces, qué tendría que ver el hecho de querer prohibir la religión islámica en el país, afirmando que la doctrina musulmana es contraria a los principios culturales de Angola, información difundida hace dos días por la prensa internacional.
Los derechos humanos ya están casi ausentes en este país, ya que se ha llegado al extremo de detener a un muchacho, cuya “negligencia grave” era simplemente haber usado una camiseta con la frase “dos Santos es un dictador.”
Todavía me acuerdo de la llegada de Nelson Mandela en Luanda. Era su primera visita oficial tras ser liberado de la cárcel. Fue recibido con todos los honores por dos Santos; entonces todavía compartía ideales como la libertad de expresión, la igualdad y otros, con Madiba. ¿Qué pasó con estos ideales? Enterrados por su abuso de poder como presidente, cargo que ocupa desde hace demasiados años.
Cornelia I. Toelgyes
corneliacit@hotmail.it
twitter @cotoelgyes
Traducción italiano/español:
Manuela Garreffa @manuelagarreffa
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